Cuando uno ha nacido en una ciudad grande estás acostumbrado a un cierta definición de “urbano” y de “ciudad”. Pero qué pasa cuando llegas a una ciudad en crecimiento, o a un pueblo grande, o un gran parque de diversiones que no salió del todo como se planeaba. Algo así podríamos intentar usar como definición para Playa del Carmen.
En un inicio un pequeño pueblo pescador, que funcionaba como puente para la importante isla de Cozumel, Playa comenzó a crecer impulsada por el turismo, sin embargo lejos de esos clichés de antros y vida “chic” se levanta una ciudad joven, aún bastante tranquila, de apenas 21 años oficialmente, única en el país, pues sus raíces caribeñas obligan a buscar un crecimiento más natural, en balance con el urbanismo de una ciudad. Su población se compone de una gran cantidad de personas de otras ciudades del país y del extranjero, que combinada con la gente y cultura local en una constante influencia mutua, da como resultado una gran diversidad en sus cerca de 200 mil habitantes y en los que el calor tropical, expresiones de todas partes por todos lados, la bicicleta como uno de los principales medios de transporte y el mar de fondo, nos otorga una variedad de escenarios y situaciones que difícilmente podríamos ver en otro sitio.